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El día de brujas.

Ese en el que los dos mundos se encontraban, el terror flotaba silencioso por las calles. Todo el mundo permanecía en su casa, esperando a un nuevo día.

Todos, excepto ella.

Ella ansiaba esa noche más que ninguna otra del año.

Esa noche en que los muertos regresaban del más allá, y ella volvía a verle. Mientras los gritos y los llantos oprimían el pecho de las personas normales, su corazón daba un vuelvo muy distinto.

Una sensación fría recorrió su espalda, y entonces supo que estaba allí.

Aquella mano etérea, congelada, que atravesaba su piel, pero que, irónicamente, era la única que hacía que se sintiera viva.

NOCHE DE BRUJAS

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